Economía Circular: un reto compartido

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El incremento de la demanda de bienes de consumo será insostenible para la capacidad ecológica del planeta en un horizonte no muy lejano, debido, principalmente, al aumento demográfico y de la longevidad de nuestra población.  Por ello, debemos de ser capaces de transformar el modelo económico de carácter lineal en otro circular que conllevará una adaptación del estilo de vida y de los hábitos de consumo y a su vez, un creciente proceso de desmaterialización de la economía. La transformación de productos en servicios, ligada a la agenda digital, se está concretando ya en ejemplos concretos, aunque todavía resulta difícil nadar contra corriente. La fórmula de: a mayor consumo, mayor producción y por ello mejor posición estratégica sigue resistiendo. En este contexto, la obsolescencia programada será también un reto que habrá que afrontar tarde o temprano.

En medio de este proceso de cambio de modelo productivo, nuestras ciudades se convertirán en el principal campo de batalla y lo que hagamos en ellas, servirá de termómetro para medir el éxito o fracaso de la economía circular. Los modelos, productos y servicios consistentes con los principios de la E.C. (v.gr. reducción de insumos, prevención de la producción de residuos, reducción de la contaminación ambiental, etc.) cobrarán, si cabe, mayor importancia en el ámbito de la resiliencia urbana.

Varios son los sectores de la economía que se señalan como puntos de partida para que este concepto cobre vida en medio del tejido productivo del país. La construcción, incluida la fabricación de materiales, es uno de los que están llamados a trazar el camino del proceso de cambio. Y es que la Economía Circular debería convertirse en un elemento clave para la competitividad empresarial. Implica una mejora en la eficiencia de los procesos productivos y genera, además, nuevas oportunidades para las empresas con las capacidades tecnológicas necesarias para implementar los principios de la EC en diversos sectores industriales.  El turismo, la industria agroalimentaria y de distribución o la automoción se suman también a la lista de protagonistas del proceso en el panorama empresarial. Otros, complementariamente, resultarán críticos como generadores de modelos y tecnologías que aporten soluciones a los retos de la economía circular.

Gestión de residuos y reciclaje, trabajando cerca del sector industrial como proveedores de nuevas “materias primas”, educación e información ambiental, como vía para preparar a los futuros consumidores y usuarios para la transformación de una economía lineal a un modelo circular, también servirán de llave para abrir la puerta hacia nuevas formas. En este último sector, el fomento de la información al consumidor y el eco-etiquetado serán herramientas fundamentales para involucrar a los ciudadanos, en tanto que consumidores.

La circularidad no significa solo que el material vuelva al origen, sino que en el interior de este círculo estemos todos los implicados. Por ello, hacer realidad la economía circular conlleva necesariamente, un cambio de mentalidad de todos. Cada agente o empresa, deberá de tomar conciencia de su posición y saber quién está delante y detrás en la cadena de valor para facilitar un trabajo conjunto y complementario. Tendremos que ir de la mano porque yo soy receptor de lo que hacen otros y mis acciones también dejarán huella en el siguiente. Si no trabajamos conjuntamente con una visión holística del círculo completo, no podremos cerrarlo.

En la UE se producen en el entorno de 2500 millones de toneladas de residuos, según datos de 2014, de los cuáles solo se recuperaron 900 MTon; hasta 600MTon que podrían convertirse en subproductos, se desperdician todos los años en la UE. La acción de gobiernos y reguladores es fundamental para cambiar esta dinámica. En respuesta al reto, en 2015 la Comisión presentó el Plan de Acción para la Economía Circular, cuyo análisis económico indica que la implantación de estos principios en la Unión podría ahorrar hasta un 8% de los costes operativos de las empresas europeas. Por todo ello, el actual modelo de gestión de residuos deberá cambiar de forma radical. El Plan prevé la adaptación de la regulación europea sobre residuos, y la definición o refuerzo de estrategias específicas sobre plásticos, residuos alimentarios, así como de construcción y demolición. El grueso de este trabajo está previsto para el primer semestre de 2018.

En el caso particular de España, y siempre según la información aportada por MAPAMA, en 2035 nuestro país debería llegar a unas tasas de reciclaje/reutilización del 90%. En 2005 solo se reciclaba en nuestro país el 30% de los residuos generados y aún hoy, seguimos enviando a vertedero más de un 57%. Estos números dan una idea de la envergadura del reto, cuya solución va más allá de aspectos técnicos o tecnológicos para abordar también cuestiones de gran calado político y económico, tales como el modelo de financiación autonómica y municipal. Lo cierto es que mientras en otros ámbitos se ha avanzado mucho más, en el sector de los residuos municipales el progreso ha sido muy reducido.

El papel de las PYMEs y su involucración en el proceso puede resultar crítico para el éxito de la estrategia a medio y largo plazo, teniendo en cuenta la configuración de nuestro tejido productivo. La fiscalidad ambiental será un instrumento también fundamental para orientar los modelos de negocio hacia la economía circular, siempre y cuando se aplique el principio “quien contamina, paga” (y quien reduce la contaminación, desgrava) respectando el principio de neutralidad en la carga impositiva.

Las expectativas del Grupo Español para el Crecimiento Verde, conjunto de cerca de medio centenar de empresas españolas muy diversas, unidas para fomentar la colaboración público-privada y avanzar en los retos ambientales, coinciden en líneas generales con la visión trasladada por el Ministerio de Medio Ambiente. La piedra angular de los cambios facilitados por el Gobierno será la Estrategia Española de Economía Circular, inspirada por la europea, pero con las particularidades que exige nuestra realidad territorial, social y económica. La Estrategia incluirá un Plan de Acción a 2020, diseñado en estrecha colaboración con otros departamentos ministeriales (particularmente Industria y Empleo).

El Grupo considera necesario involucrar desde el principio a estos sectores en los procesos regulatorios. El diseño de la futura Estrategia, de la que existe un borrador muy avanzado, se inició mediante una consulta ordenada de diversos agentes el pasado mes de septiembre. Al hilo de estas primeras “Jornadas” celebradas en la sede del MAPAMA, se puso en marcha el Pacto por la Economía Circular, que en la actualidad han suscrito 227 instituciones (buena parte de ellas, empresas u organizaciones empresariales). Posteriormente, se ha creado un grupo interministerial para trabajar en esta Estrategia, apoyado en un grupo de expertos.