El IPCC alerta sobre cambios sin precedentes en los océanos y criósfera

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El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) alerta sobre cambios perdurables sin precedentes en los océanos y la criósfera, así como de la necesidad de actuar con urgencia para frenarlos o paliarlos.

De aquí a 2100 el nivel del mar podría elevarse de 30 a 60 cm, incluso si se reducen de forma drástica las emisiones de gases de efecto invernadero y el calentamiento global se mantiene muy por debajo de 2 °C, actualmente en 1 °C con respecto a los niveles preindustriales. Y en el caso de que las emisiones continúen aumentando con fuerza, la subida del nivel de las aguas podría llegar a entre 60 y 110 cm, se advierte en el informe especial, donde más de 100 autores de 36 países han evaluado la bibliografía científica más reciente sobre los océanos y la criósfera.

En el documento también se constatan los cambios producidos en los ecosistemas oceánicos y la pérdida de hielo marino en el Ártico, entre otros. La estabilización del calentamiento global en 1,5 °C supondría que el hielo desaparecería del océano Ártico en septiembre, una vez cada siglo. No obstante, un calentamiento global de 2 °C provocaría que este hecho sucediese cada tres años.

Asimismo, el permafrost —terreno congelado durante muchos años— es objeto de calentamiento y deshielo, y las proyecciones apuntan a su deshielo generalizado durante el siglo XXI. Incluso si el calentamiento global se limitase a valores muy por debajo de 2 °C, aproximadamente el 25 % del permafrost situado cerca de la superficie (3-4 metros de profundidad) se habría deshelado en 2100. Es más, si las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando con fuerza, podría desaparecer cerca del 70 % del permafrost próximo a la superficie.

Los océanos y la criósfera -las zonas congeladas del planeta- son determinantes para la vida en la tierra. De ellos dependen de forma directa hasta 1.350 millones de personas (que habitan en regiones de alta montaña y zonas costeras de baja latitud). Otros 65 millones tienen como hogar los pequeños Estados insulares en desarrollo mientras cuatro millones permanecen en la región ártica.

Pero, además, esas áreas inciden indirectamente en nuestras vidas de maneras muy diversas; en lo relativo al tiempo y el clima, la alimentación y el agua, la energía, el comercio, el transporte, las actividades de ocio y turísticas, la salud y el bienestar, la cultura y la identidad.

En el informe del IPCC, aprobado por 195 gobiernos el 24 de septiembre de 2019, se ofrecen nuevos indicios que evidencian los beneficios de limitar el calentamiento global al nivel más bajo posible, en línea con los objetivos del Acuerdo de París de 2015, y los peligros de postergarlo.

Además, se describen los riesgos y los desafíos climáticos a los que se enfrentan personas de todo el mundo y a los que deberán hacerlo las generaciones venideras. Al mismo tiempo se presentan opciones para la adaptación a aquellos cambios ya inevitables, la gestión de los riesgos conexos y el fomento de la resiliencia en pro de un futuro sostenible.

En la investigación se concluye que una reducción notable de las emisiones de gases de efecto invernadero, la protección y la restauración de los ecosistemas, y una gestión cuidadosa del uso de los recursos naturales permitiría preservar los océanos y la criósfera como fuente de oportunidades.

“Solo podremos mantener el calentamiento global muy por debajo de 2 °C con respecto a los niveles preindustriales si aplicamos transiciones sin precedentes en todos los ámbitos de la sociedad: la energía, la tierra y los ecosistemas, las zonas urbanas y las infraestructuras, y la industria. La adopción de políticas climáticas ambiciosas y la reducción de las emisiones, imprescindibles para dar cumplimiento al Acuerdo de París, también protegerán los océanos y la criósfera y, en última instancia, permitirán velar por el conjunto de la vida en la Tierra”, sostiene Debra Roberts, copresidenta del Grupo de Trabajo II del IPCC.

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