Estrategia para una Europa neutra para el Clima en 2050

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Artículo de Gonzalo Sáenz de Miera, Vicepresidente del Grupo Español de Crecimiento Verde y director de Cambio Climático en Iberdrola, empresa miembro del GECV, publicado en Agenda-Pública y El País el 19 de febrero de 2019.

Sáenz de Miera da respuesta a preguntas básicas como: cuál es la propuesta de la Estrategia de reducción de emisiones a 2050, el papel que desempeñan la energía, la tecnología y el consumo; el impacto económico, las implicaciones sobre la industria y el empleo, y el impacto en la factura energética. Asimismo, ofrece su valoración de una agenda que califica de posible, necesaria y razonable.

La Comisión Europea presentó en noviembre de 2018 la Estrategia de reducción de emisiones a 2050. Trato de dar respuesta a las preguntas básicas que nos podemos hacer ante un documento como éste. Me hago las preguntas del barquero, ésas que nos hacemos para saber si vamos en la dirección correcta, si la barca que llevamos aguantará, si se darán las condiciones adecuadas para llegar al puerto que queremos.

¿Qué es y qué propone?

Es una propuesta que se va a debatir en este año 2019.  Servirá de base para definir la contribución de la Unión Europea al Acuerdo de París que habrá de enviarse a Naciones Unidas antes de 2020.

Plantea ocho escenarios posibles, pero se decanta por dos que suponen avanzar progresivamente hacia una economía neutra para el clima (con emisiones netas nulas) en 2050, en las que las (pocas) emisiones que se generasen se compensarían con absorción de CO2 por bosques y otros sumideros.

¿Cuál es el papel de la energía en la propuesta?

Es la cuestión clave, pues la energía representa actualmente el 73% de las emisiones de la UE.  Argumenta y defiende la necesidad de cambiar hacia un modelo energético descarbonizado basado en la eficiencia energética y en las energías renovables, eliminando prácticamente el consumo de combustibles fósiles, primero carbón y petróleo y, posteriormente, gas natural.

¿Y el papel del sector eléctrico?

La descarbonización del sector energético habrá de seguir un ineludible proceso de electrificación de los usos finales de la energía (transporte, edificación, industria), con una generación de electricidad con un 70% de renovables en 2030 y 100% en 2050. La sustitución de otras energías contaminantes permitirá, además, aumentar de forma muy significativa la eficiencia de todo el sistema, debido a la mayor eficiencia energética de los usos eléctricos.

¿Hay tecnologías suficientes?

Con la tecnología actual es viable económicamente una reducción del 80% de las emisiones en 2050. Será el resultado lógico de la revolución tecnológica experimentada por las energías limpias (renovables, baterías…). Sin embargo, pasar del 80% a la neutralidad de CO2 en 2050 precisará de una transformación tecnológica que está en su fase inicial:  algunas tecnologías están aún por desarrollar (hidrógeno, secuestro y captura de CO2, gases de origen renovable o bajos en CO2) y actualmente tienen costes excesivamente elevados.

¿Vale sólo con la tecnología?

No. Se requiere de un cambio profundo en las pautas de consumo (en alimentación, energía, bienes y servicios…), una decidida apuesta por lo que es y representa la llamada economía circular, por el diseño de productos para utilizar menos recursos y evitar la generación de residuos, por mejorar la eficiencia energética en todos los sectores, apostar por un mejor urbanismo, por modelos de transporte más sostenible basados en la movilidad como servicio y movilidad compartida, etc.

¿Qué impacto tiene sobre el cambio climático?

El contenido de la propuesta está orientado a evitar los peores escenarios de calentamiento global al reducir emisiones y, muy importante, al servir de ejemplo a otros países y a limitar sus impactos negativos económicos (productividad, daños eventos extremos…), sociales (migraciones climáticas, desigualdad) y ambientales (pérdida biodiversidad y ecosistemas).

¿Y sobre la economía?

La UE estima que el desarrollo de esta propuesta tendrá un efecto positivo en el PIB, fundamentalmente porque implica pasar de una economía de gasto e importación de combustibles fósiles a otra basada en la inversión (en renovables, mejora de eficiencia de edificios, equipamientos verdes…). Reemplazar las importaciones de crudo por energía autóctona mantendrá esos miles de millones de euros recirculando dentro de la economía europea (49 mil millones de euros de gasto evitado en petróleo en 2030) generando nueva actividad económica. En concreto, se estima que avanzar hacia un escenario compatible con el Acuerdo de París (2oC) conllevaría que el PIB real fuese en torno a un 1,6% más alto que en el escenario base en 2050.

¿Subirá la factura energética?

Se reducirá, por dos razones: por la menor dependencia energética. De 2021-2050 se produciría un ahorro en la factura de importación de combustibles de entre 1.500 y 3.000 millones de euros al año. Y por el menor coste de la energía, fruto de la revolución tecnológica y reducción de coste de las energías limpias (renovables, baterías, etc.) que rebajaría sensiblemente el gasto energético de los consumidores: si en 2015 dedicaban un 7,5% de sus ingresos en energía, en 2050 destinarían dos puntos porcentuales menos.

¿Cuáles son sus implicaciones para la industria y el empleo?

Afectará a todos los sectores económicos y producirá un efecto neto positivo en la economía. Generará importantes oportunidades para sectores industriales en los que la economía europea está bien posicionada (renovables, construcción, infraestructuras…) y también habrá sectores negativamente afectados. Para ello será esencial la definición de políticas activas que faciliten esta transición y permitan adaptarse; y aunque hay tiempo, hay que aprovecharlo y definir bien estas medidas. En términos de empleo, supondrá la creación de 1 millón de empleos adicionales en 2050, y mejorará más el empleo menos cualificado contribuyendo a una economía más justa.

¿Y para los consumidores individuales?

Es esencial asegurar que la transición genere beneficios para todos y, en particular, para los ciudadanos y consumidores más vulnerables. Para ello es clave el diálogo entre administraciones y sociedad civil y la definición de políticas y medidas concretas (fiscales, formativas, de promoción de empleo…) que protejan a estos colectivos promoviendo un desarrollo más inclusivo y sostenible, necesario para la aceptación social de estas propuestas.

¿Y en la salud?

Las muertes prematuras por exposición a contaminación del aire disminuirían en un 40%. Hay que recordar que en la UE más de 400.000 muertes al año son atribuibles a la contaminación del aire y que el 90% de la población urbana está expuesta a niveles de contaminación considerados nocivos para la salud.

Conclusión: una agenda posible, necesaria y razonable

La propuesta de la UE por una economía sin CO2 en 2050 es una cuestión de ética, de responsabilidad con las generaciones venideras, que argumenta y justifica un escenario viable técnica y económicamente. Es una propuesta tan necesaria como deseable porque genera oportunidades para avanzar hacia una economía más sólida, inclusiva y sostenible. Con un uso más eficiente de los recursos naturales, un menor calentamiento global, un aire más limpio, una mejor salud de los ciudadanos, y una energía más segura y asequible. Se enmarca en un proceso de revolución industrial global, de las tecnologías limpias, en la que la UE se encuentra bien posicionada, y en el que, si no aprovechamos nosotros las oportunidades, adelantándonos, liderando, otros lo harán.

Con la implementación de esta “estrategia” nos jugamos el futuro próximo, ni más menos. Es el momento de promover y fortalecer el consenso en cuestiones clave que definirán el mundo que queremos y necesitamos en las próximas décadas. Es el momento de adoptar visiones y políticas decididas, razonables, equilibradas, inteligentes. Una agenda común, consensuada y compartida como la que contiene esta propuesta colocará a la UE en una posición de liderazgo y de vanguardia, abrirá nuevas oportunidades, y contribuirá a construir un mundo más sostenible, más justo y más próspero.

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