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Es fundamental poder cuantificar el capital natural en función de los servicios ecosistémicos que aporta.
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Es necesario desarrollar marcos normativos que permitan llevar a cabo acciones de restauración y compensación.
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Un método efectivo de gobernanza puede estar relacionado con la fiscalidad ambiental.
El Grupo Español para el Crecimiento Verde (GECV) apuesta por la valoración del capital natural como primer paso para, posteriormente, desarrollar estrategias y actuaciones que permitan reducir los impactos, restaurarlo o compensarlo si fuera necesario. La cualificación del capital natural en función de los servicios ecosistémicos que aporta es fundamental y esta labor debe llevarse a cabo tanto desde el sector público como desde el privado.
Son las principales conclusiones del desayuno de trabajo “Capital Natural” organizado por el GECV en colaboración con Ferrovial, empresa miembro del Grupo, que tuvo lugar recientemente en la sede de la compañía en Madrid. Con este foro, se abrió la puerta al diálogo entre empresas y expertos en la materia sobre las barreras y las oportunidades que existen a la hora de valorar, recuperar y compensar este activo clave para el sector público y también para el privado.
El capital natural se describió como el flujo de bienes y servicios proporcionados por la biodiversidad y los ecosistemas de manera sostenible. Durante el desayuno de trabajo se destacó que las actividades económicas dependen de una u otra manera de este capital natural y pueden generar impactos sobre él. Los participantes pusieron el acento en cómo la degradación de los ecosistemas a nivel global puede llegar a comprometer el desempeño de las empresas y por ello han surgido varias iniciativas a nivel internacional que persiguen, por una parte, valorar el capital natural y por otro, desarrollar marcos normativos que permitan llevar a cabo acciones de restauración y compensación asegurando su permanencia a largo plazo.
En cuanto a la necesidad de contabilizar el capital natural, se destacó la importancia de poder evaluar el coste de las externalidades generadas sobre los ecosistemas de cara a generar escenarios de crecimiento sostenible. “Hay que valorar el capital natural desde el punto de vista económico, de cara a que las empresas puedan incorporarlo directamente en su toma de decisiones”, afirmó Fernando Rodríguez, profesor del Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Salamanca. Durante el foro, también se hizo hincapié en que el impulso de este tipo de iniciativas depende directamente de que exista una legislación que contemple tanto la importancia del capital natural como de su conservación y restauración.
Las empresas se erigen como uno de los agentes clave que deben implicarse en el desarrollo de estrategias y proyectos orientados a la valoración, restauración y compensación del capital natural asociado a su actividad. Asimismo, la colaboración entre grandes empresas y PYMES que puedan aportar tanto conocimiento como nuevas metodologías será uno de los principales ejes de actuación. Sandra Magro, de la consultora Creando Redes, aludió a los tres principales ámbitos de oportunidad para las PYMEs en torno a esta materia: “la transferencia del conocimiento, la implementación de modelos estratégicos de gestión del capital natural respetando la Jerarquía de Mitigación, y la innovación medioambiental en entornos urbanos”, puntualizó.
Desde el Grupo Español para el Crecimiento Verde, su presidente Valentín Alfaya, planteó la fiscalidad ambiental como una potente palanca para lanzar señales de precio e internalizar los costes ambientales, aplicando el principio “quien contamina paga y quien descontamina desgrava”.
La Iniciativa Española de Empresas y Biodiversidad, coordinada por la Fundación Biodiversidad, es el ejemplo más importante de cómo en España se están realizando colaboraciones público-privadas con el objetivo de trabajar en la conservación y recuperación del capital natural. “Las influencias y dependencias de las empresas del capital natural se pueden resumir en clave de impactos, riesgos y responsabilidades”, indicó Ignacio Torres de dicha Fundación.
No obstante, la permanencia del capital natural en el territorio va mucho más allá de las competencias del sector privado, por lo que la interacción constante con el sector público y la administración “será clave a la hora de planificar las actividades industriales en el territorio y alinearse con los planes de ordenamiento ya existentes”, se defendió. La academia y el tercer sector se definieron como agentes sociales relevantes ya que atesoran una buena parte del conocimiento local. Por último, se señalaron hacia los entornos urbanos como oportunidad para la restauración y compensación del capital natural por parte de las empresas.
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