La calidad del aire: una cuestión de salud pública necesariamente mejorable

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Air Quality in Europe – 2017 report” (La calidad del aire en Europa – Informe 2017) de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA)

El hecho de que la calidad de aire sea una cuestión de salud pública no es ninguna sorpresa hoy en día. Cada vez son más los estudios que avalan esta afirmación y cada vez hay más consciencia en nuestra sociedad de la necesidad de mejorar el que es, sin duda, patrimonio de todos: el aire que respiramos.

Uno de los últimos trabajos en publicarse ha sido el de la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA). El organismo ha elaborado un informe bajo el título: “Air Quality in Europe – 2017 report” (La calidad del aire en Europa – Informe 2017). Se trata de un análisis actualizado de la calidad del aire y sus efectos basado en datos oficiales de 2015 de más de 2.500 estaciones de medida de toda Europa. El texto fue hecho público por la AEMA durante la Semana Europea de las Regiones y Ciudades 2017 celebrada este mes de octubre en la capital comunitaria.

Según los últimos cálculos de la Agencia, 400.000 europeos mueren de forma prematura al año por culpa de la contaminación. Las cifras dibujan una radiografía que apela a la necesidad de un cambio en el modelo energético para cambiar esta realidad. La mayoría de los habitantes de las ciudades europeas, añade el informe, están expuestos a aire de mala calidad. El tráfico rodado, la agricultura, las centrales eléctricas, la industria y los hogares, apunta, son los mayores emisores de contaminantes atmosféricos en el viejo continente.

“Como sociedad, no deberíamos aceptar el coste de la contaminación atmosférica. Adoptando soluciones valientes e inversiones inteligentes en transporte, energía y agricultura más limpios, podemos hacer frente a la contaminación y mejorar nuestra calidad de vida”, afirma Hans Bruyninckx, director ejecutivo de la AEMA.

A pesar de estos datos, la Agencia Europea de Medio Ambiente reconoce que está mejorando lentamente gracias tanto a las políticas pasadas y presentes, como a los avances tecnológicos. Sin embargo, confirma cómo las elevadas concentraciones de contaminantes atmosféricos siguen afectando “significativamente” a la salud de los europeos. El texto pone el acento en los contaminantes más perjudiciales para nuestra salud: las partículas en suspensión (PM), el dióxido de nitrógeno (NO2) y el ozono troposférico (O3).

Según el estudio, las concentraciones de PM2,5 fueron responsables de una cifra estimada de 428.000 muertes prematuras en 41 países europeos en 2014, de las que en torno a 399.000 se produjeron en la Unión Europea. La mala calidad del aire también tiene repercusiones económicas importantes, reconoce este análisis, ya que incrementa los gastos médicos, reduce la productividad laboral y daña el suelo, los cultivos, los bosques, los lagos y los ríos.

«Resulta alentador observar que muchos gobiernos europeos, y en especial ciudades, han tomado la iniciativa de proteger la salud de sus habitantes mejorando la calidad del aire. El aire limpio es patrimonio de todos, incluidos los habitantes de las ciudades», asegura Bruyninckx.

El estudio también hace especial hincapié en la agricultura, que emite cantidades importantes de contaminantes atmosféricos y de gases de efecto invernadero. Y señala hacia un amplio abanico de medidas, algunas de ellas viables desde el punto de vista técnico y económico, para reducir las emisiones de la agricultura, pero aún no se han adoptado a la escala y con la intensidad necesarias.

«El informe de la AEMA pone de manifiesto que la mala calidad del aire sigue teniendo consecuencias significativas para la salud. La Comisión Europea se ha comprometido a afrontar este problema y a ayudar a los Estados miembros a velar por que la calidad del aire de sus ciudadanos sea de la máxima calidad», recuerda Karmenu Vella, comisario europeo de Medio Ambiente, Asuntos Marítimos y Pesca.