Los medios tienen un papel fundamental a la hora de informar a los ciudadanos sobre la emergencia climática que vivimos en nuestros días y de concienciarlos de que son parte de la solución. Pero su misión no es solo la de informar sino también la de formar.
Desde su buen hacer, los medios pueden acercar a sus audiencias este tipo de noticias, que les suenan muchas veces distantes, tanto por las fechas y lugar a que remiten (Bruselas) como por la terminología utilizada.
El lenguaje, precisamente, se encuentra en estos momentos en el punto de mira, porque no describe con la precisión suficiente la magnitud del problema, de acuerdo con la comunidad científica. El diario británico The Guardian ha sido uno de los primeros en tomar cartas en el asunto y ha empezado a remplazar los vocablos ‘climate change’ (‘cambio climático’) por las palabras ‘climate emergency’ (‘emergencia climática’).
Además, suele emplearse una terminología demasiado técnica (hay que tener en cuenta que proviene de científicos) y ahí es donde entra la labor del periodista de «traducirla» a un lenguaje más llano y aproximarla a la cotidianidad del ciudadano. Consiste en un trabajo de todos los días, con un cariz pedagógico y siempre poniendo el foco en lo más cercano, como explicaba la redactora de informativos de Radio Nacional especializada en ciencia, espacio y medio ambiente Luisa Pérez, durante su intervención en la ‘Jornada-Taller Europa y el Clima’, organizada por Sparknews y APIA (Asociación de Periodistas de Información Ambiental), con el apoyo de la European Climate Foundation (ECF).
“Si abordamos la información de una directiva europea medioambiental hablando de que Bruselas ha aprobado la reducción de plásticos de un solo uso en 2021, muchos oyentes desconectarán. Tampoco podemos perdemos en conceptos y vocablos enrevesados. Tenemos que explicarles las implicaciones que tendrá esto en su día a día de una manera sencilla”, señalaba la periodista.
También incidía esta profesional en que más del 90% de la legislación en materia de cambio climático proviene de Europa y que los países miembros se limitan a trasponer directivas europeas. “Los incumplimientos de estas leyes nos cuestan dinero y no siempre se lo contamos con el suficiente énfasis al ciudadano, que tiene que saberlo para poder hacer las demandas oportunas a sus representantes políticos”, confesaba.
Por otra parte, la información climática trasciende a todos los ámbitos: económico, social, político, etc., y no puede quedar relegada a los espacios de medio ambiente.
A finales de 2018, la Fundación Ecología y Desarrollo (Ecodes), con el apoyo de la European Climate Foundation y la colaboración del Grupo de Investigación Mediación Dialéctica de la Comunicación Social (MDCS) de la Universidad Complutense, reunieron a investigadores y profesionales de la comunicación, con el objetivo de elaborar un “Decálogo de recomendaciones para informar sobre cambio climático”, que a la fecha han suscrito ya más de 70 medios de comunicación.
Un decálogo que, según palabras de Cristina Monge, asesora ejecutiva de Ecodes, politóloga y profesora de Sociología de la Universidad de Zaragoza, «es el principio de un proyecto más ambicioso: la puesta en marcha de un espacio sobre comunicación y cambio climático entendido como un lugar de encuentro entre los que producen conocimiento sobre la materia y los que informan de ello en los medios”.